Llega el buen tiempo y apetece un picoteo fácil y para todos. Y una gran opción es una tabla variada de quesos suizos, un producto de altísima calidad pero, al mismo tiempo, asequible. En Suiza se producen más de 400 tipos diferentes de queso. En nuestro país, hay cuatro variedades muy populares. Juntas, forman un aperitivo ideal: Le Gruyère AOP (de aroma fuerte y sabor delicado), el semiduro Tête de Moine AOP (sabroso y estético, ya que se corta con la girolle formando ‘flores’ de queso), Emmentaler AOP (el gigante suizo con agujeros) y Appenzeller® (aromático y misterioso).

Suiza es un referente mundial en la producción de queso artesanal y sostenible, que destaca por el compromiso con la sostenibilidad, el cuidado del entorno y del bienestar animal y el mantenimiento de métodos de elaboración artesanos y ancestrales.

Para elaborar un queso suizo se utiliza casi el doble de leche que para fabricar un queso industrial. Las queserías reciben dos veces al día la leche recién ordeñada –procedente de lecherías de cercanía, a un máximo de 20 kilómetros– para garantizar un producto fresco y sano. El uso de leche cruda, no pasteurizada, potencia el sabor y los aromas derivados del pasto y los forrajes que alimentan al ganado.